Fotos que se caen solas
Muertes causadas por selfies
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Inspirado en el mundo natural, este proyecto fotográfico crea una analogía de los ciclos y colapsos de los grandes imperios a lo largo de la historia de la humanidad. Cada pieza de la serie retrata una hoja otoñal que se desmorona con insinuaciones de mapas históricos, simbolizando el acorde final de un gran imperio.
A lo largo de los últimos cuatro mil años, los imperios no han dejado de subir y bajar. Grandes superpotencias que determinaron el orden mundial y dominaron casi todas las tierras del globo, han perdido su supremacía y se han hundido una y otra vez como una especie de ciclo inevitable. El proceso de decadencia que acompañó a todos y cada uno de los imperios que se derrumbaron tenía sus señales de alarma: tiranía, corrupción, conflictos internos y sobreexplotación de los recursos naturales son algunas de las razones que les llevaron a colapsar y a poner fin a su papel histórico. En el mundo digital de hoy, los enfrentamientos entre las grandes superpotencias de nuestro tiempo no parecen cesar. En los últimos años hemos sido testigos del cambio climático, de una pandemia mundial, de oleadas migratorias masivas, del colapso de los sistemas financieros, de amenazas a la democracia, de tecnologías que se apoderan rápidamente de nuestras vidas e incluso de la difuminación de los límites entre lo que es verdadero y lo que es falso. Todos estos acontecimientos conducen a un futuro muy incierto. Si las superpotencias de hoy están aquí para quedarse, tendrían que seguir el ritmo de los cambios y encontrar las soluciones para ajustarse a este momento presente. De lo contrario, podríamos enfrentarnos a otro periodo de la historia de la humanidad marcado por la caída de los imperios, ya que se unirían silenciosamente a los imperios del pasado, secándose y desmoronándose entre las páginas de un viejo libro.
Selfies peligrosos
Una selección de sus fotos históricas se exhibe hasta el 18 de abril en la exposición al aire libre “La desaparición del Muro”, en la plaza Steinplatz de Berlín, sede de la Universidad Técnica donde Conrad estudió Historia del Arte y Arquitectura.
Bajo el régimen de Alemania Oriental, no se le permitió estudiar en la universidad por motivos políticos. Aun así, tomó fotos del muro en secreto. Cuando el Muro de Berlín cayó inesperadamente el 9 de noviembre de 1989, estaba “prácticamente preparado para un proyecto fotográfico de este tipo”, afirma.El “Hinterlandmauer” era un segundo muro “interior “Imagen: Robert Conrad
Su ciudad natal, Greifswald, a orillas del mar Báltico, también se vio afectada, al igual que las ciudades occidentales. Conrad se trasladó a Berlín Este en 1986, tres años antes de la caída del Muro. Sin embargo, añoraba vivir en Alemania Occidental y solicitó salir del país. Su solicitud fue aprobada en febrero de 1990. Pero para entonces, el Muro ya llevaba abierto tres meses.
Sus fotos documentan cómo el Muro de Berlín fue desapareciendo poco a poco del paisaje urbano: un agujero en el muro, una torre de vigilancia derribada o una estación de metro inutilizada durante décadas, donde no paraban trenes. También fotografió otras zonas a lo largo de los 150 kilómetros de fortificaciones fronterizas. “Llegó un momento en que había miles de imágenes”, dice de las fotos que pasó décadas catalogando.
Cuántos han muerto haciéndose selfies
Esta serie fotográfica satírica llamada “In Extremis (Cuerpos sin remordimientos)”, del fotógrafo Sandro Giordano, retrata a personas desafortunadas en el momento posterior a su caída, rodeadas de sus posesiones materiales.
“Cada toma ‘habla’ de personajes agotados que, como si un súbito apagón de mente y cuerpo se apoderara de ellos, se dejan caer sin intentar salvarse, incapaces, por la fatiga de la ‘representación’ cotidiana de vivir, oprimidos por la ‘apariencia’ en lugar de simplemente ‘existir'”, explica Giordano.
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La última foto
Deberían echar un vistazo a Kerry Skarbakka, cuya serie fotográfica “The Struggle To Right Oneself” (La lucha por enderezarse) es una de las ideas más sencillas, originales y extrañas que jamás hayamos visto: se lanza desde un acantilado o una cornisa (o se resbala en la ducha o tropieza en las escaleras) y capta el aterrador momento que se produce en el aire.Skarbakka lleva haciendo estas fotos desde 2001. Tras los atentados del 11 de septiembre y la muerte (no relacionada) de su madre, se interesó cada vez más por captar lo que significa vivir en un mundo inestable e incierto en el que no se puede confiar en nada y el ser humano debe luchar por la estabilidad.
Esta escena de la ducha “fue una de las más difíciles”, dice Skarbakka, “porque tenía que conseguir un punto de apoyo para dar la vuelta hacia atrás. Básicamente tengo una cuerda alrededor de la cintura. Fue una toma que no molaba nada”.
En esta toma, Skarbakka tuvo que saltar por encima de un pozo lleno de maleza ardiendo unas 10 veces para conseguir la toma. “Me puse agua en la ropa y aloe vera en el pelo. Se me cayeron las pestañas y se me dispararon, porque el fuego te envuelve”.